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09 Sep 2015
si la envidia fuera tiña... Google Images

Si la envidia fuera tiña… ¿cuántos seríamos de color verde?

¿Quién no ha sentido envidia alguna vez? La envidia es una de las actitudes más antiguas de la humanidad y que afecta a la totalidad del ser humano.

¿Qué es la envidia?

La envidia, concretamente y según la RAE, es el deseo de algo que no se posee.

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Este concepto está muy bien ilustrado en el cuento de la serpiente y la luciérnaga en el que la serpiente andaba persiguiendo a una luciérnaga.

Cuando la serpiente estaba a punto de comérsela, la luciérnaga le dijo:

– ¿Puedo hacerte una pregunta?
La serpiente le respondón ‘En realidad nunca contesto preguntas de mis víctimas, pero por ser tú te lo voy a permitir’.

– ¿Yo te hice algo?, preguntó la luciérnaga. ‘No’, respondió la serpiente.
– ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?, preguntó la luciérnaga. ‘No’, volvió a responder la serpiente.
– Entonces, ¿por qué me quieres comer?, insistió la luciérnaga.

‘Porque no soporto verte brillar’, respondió la serpiente.

¿Por qué está tan arraigada la envidia en el ser humano?

Porque es inherente a nosotros. La envidia está tan arraigada en nuestro ser y, por tanto, en nuestra sociedad, que según un estudio realizado por la Carlos III de Madrid, la envidia está en nuestros genes y no puede ser erradicada, ni controlada.

Ya desde la antigüedad podemos ver situaciones producto de la envidia como, por ejemplo, cuando en los textos bíblicos Caín mata a su hermano Abel.

La envidia es, además, uno de los siete pecados capitales, según el cristianismo.

¿Por qué se dice ‘estar verde de envidia’?

Por una parte, se asocia a la generación de bilis que produce el sentimiento de envidia, cuyo color puede traspasar, incluso, hasta la piel del envidioso.

También hay una leyenda que habla sobre un juego de palabras entre los conceptos ‘envidia’ y ‘endivia’. Durante los últimos años del reinado de Isabel de Farnesio, esta vivió una conocida rivalidad con Bárbara de Braganza, esposa de su hijastro Fernando VI y su futura sucesora. Bárbara era una mujer culta, que conocía varios idiomas y se interesaba por la cultura y el arte, virtudes por las que gozaba de una gran popularidad en la corte, ya que además era una mujer de buenos modales y sanas costumbres. Por el contrario, a Isabel de Farnesio sus intrigas palaciegas no le habían conllevado una buena fama. El día de la sucesión, el 9 de julio de 1746, Isabel de Farnesio llevaba un vestido de una tonalidad verde que recordaba al citado color de la endivia. Y como la italiana renunciaba de mala gana a su reinado, el chiste surgió y el color ‘verde endivia’ se transformó en color ‘verde envidia’ y se originó la expresión ‘estar verde de envidia’.

¿La envidia corroe?

Ya decía Schopenhauer que ‘La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren’.

Esta cita de Schopenhauer viene a ilustrar cómo la envidia daña la capacidad de gozar y se convierte en el factor más importante del socavamiento de los sentimientos de amor, ternura o gratitud. Una persona envidiosa suele ser insaciable, porque su envidia proviene de su interior y difícilmente quedará satisfecha, puesto que siempre encontrará a otro con quien ensañarse.

Es en este sentido en el que la envidia corroe, cuando una persona se obsesiona y deja de vivir su propia vida para estar pendiente de la vida de los demás.

¿Se puede tener envidia sana?

Digamos que sí porque es la forma que tenemos de aceptar la envidia, puesto que esta, como hemos comentado anteriormente, no se puede aniquilar, ni controlar. Por tanto hay que acpetarla y la ‘envidia sana’ es una posibilidad de no hacer dañina para uno la envidia.

Es además, una expresión que se ha popularizado mucho para manifestar la alegría o la admiración que una persona experimenta cuando alguien cercano ha obtenido algo bueno, ha cosechado un éxito o ha alcanzado cualquier tipo de reconocimiento.

¿Qué nos provoca la envidia?

La envidia está directamente relacionada con un sentimiento de inferioridad. Se anhela lo que otro tiene porque no se quiere o puede conseguir. Este sentimiento de inferioridad contiene a la inseguridad y conduce a una baja autoestima. A la inseguridad porque uno no se siente capaz de conseguir aquello que anhela, que desea. Y conduce a la baja autoestima porque cuando uno se siente incapaz de conseguir aquello que anhela o que se propone, la autoestima queda afectada.

Además, cuando la envidia se va apoderando de uno, los sentimientos que se instalan en su interior tienen mucho de rencor, avaricia, odio y frustración. Y esto llevado al extremo, puede producir cuadros de depresión.

La envidia es un sentimiento que hay que cuidar y aceptar porque si se permite que se instale dentro de uno puede ser muy dañino.

Al igual que debemos trabajar para cuidar que no se instale dentro de nosotros, también debemos alejarlo cuando lo detectamos en otras personas, puesto que tener muy cerca a las personas envidiosas puede aportar mucha toxicidad a nuestra vida.

Algún beneficio tendrá la envidia…

Efectivamente así es… Y como a mí me gusta diseccionar las cosas, también he reflexionado y me he documentado acerca de los beneficios que nos aporta la envidia.

En lo que se refiere a nuestra evolución como especie y como cultura, la envidia nos ha servido como motor para ser cada vez mejores. Los sistemas democráticos surgen, por ejemplo, de regular las comparaciones de unas personas con otras. Anteriormente a los sistemas democráticos, tan solo unos pocos tenían el poder y los demás estaban a su servicio. Y las democracias van surgiendo para equiparar el poder y las ambiciones de unos y otros.

En lo que respecta a la persona, la envidia estimula la consecución de logros y objetivos. Si veo que otra persona consigue algo que a mí me gustaría alcanzar, la envidia puede poner en marcha, dentro de mi, el motor para conseguirlo. Igualmente, si admiro la forma de actuar de una persona o el gran conocimiento que tiene sobre una materia que me interesa, puede poner en marcha mecanismos internos que me ayuden a modificar mis actitudes y convertirme en una mejor versión de mi mismo.

Por último… si la envidia no se puede controlar, ¿cómo tratamos con ella?

Aceptándola. Lo primero de todo es admitir que ese sentimiento existe y, cuando se sienta, reflexionar acerca de aquello que me ha producido ese sentimiento y qué valor tiene para mi.

Por otro lado, centrándome en mis propios objetivos y dejando de estar tan pendiente de los demás. Es la forma de conseguir los propios logros que nos van a sacar de ese sentimiento de inferioridad del que hablábamos antes.

También podemos analizar nuestras cualidades más destacadas y nuestras fortalezas. Esto nos permitirá mitigar ese sentimiento de inseguridad que provoca la envidia.

Alejarse de las personas que contienen la toxicidad de la envidia también es interesante para que no se nos inocule a nosotros esa forma de actuar.

Aprender a valorar lo que tenemos, también es una vía para alejar los malos tentáculos de la envidia de nosotros.

Mantener a raya a nuestra envidia nos ayudará a tener relaciones más ricas, a mejorar nuestras capacidades al conseguir nuestros logros y, en general, a vivir una vida más feliz.

admin

Mis valores son la flexibilidad, el respeto y la comunicación. Consultora, Formadora y Coach en coaching organizacional, desarrollo de habilidades de dirección y comunicación interpersonal y organizacional. Me entusiasma acompañar en las transformaciones de las personas y las organizaciones a través de la consultoría y la formación.

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