BLOG

10 Sep 2014
Autoexigencia - Google Images

Consecuencias de una elevada ‘autoexigencia’

Si deseas escuchar el podcast en COPE Alicante, puedes hacerlo aquí, a partir del minuto 43:00.

Vamos hoy con un tema que nos afecta a todos en mayor o menor manera. La autoexigencia está asociada al perfeccionismo y todos conocemos personas que son muy perfeccionistas o muy poco perfeccionistas, incluso, cada uno podemos ser más o menos perfeccionistas con nosotros mismos. Además, la actitud de autoexigencia siempre afecta al entorno.

¿Qué es concretamente la autoexigencia?

Es una actitud ante la vida que conlleva el esfuerzo personal para alcanzar los objetivos que uno se propone. Implica compromiso para conseguir las metas establecidas, pase lo que pase.

Autoexigencia - Google Images

Entonces se trata de una actitud que siempre nos va a aportar cosas positivas en la vida, ¿verdad?

Bueno, podríamos decir que la autoexigencia es una moneda de dos caras. Por un lado es una actitud muy potenciadora, en el sentido del compromiso para conseguir retos y cumplir objetivos.

La cara cruz de la moneda es cuando la exigencia se convierte en una obsesión, cuando nos exigimos tanto que queremos alcanzar la perfección y, dado que la perfección no existe, puede convertirse en una obsesión que nos conduzca a tener unos niveles de estrés muy alto, nos provoque angustia e, incluso, agotamiento físico y mental. En este caso se convierte en algo muy limitante para nosotros mismos, llegando a mermar notablemente nuestra autoestima.

¿Cómo se relaciona la autoexigencia con la autoestima?

La relación es directa. Cuando nuestra autoestima es alta, está equilibrada y aparece la autexigencia, nos permitirá crecer, desarrollarnos, porque sabremos establecer nuestros límites para que no caer en esos estados de angustia que comentaba antes.

Si nuestra autoestima está equilibrada, pero no somos exigentes con nosotros mismos, dejaremos por el camino proyectos sin acabar. Esto, seguro que a más de uno le suena…

Por el contrario, si nuestra autoestima es baja y tenemos una alta exigencia, aparecerán bloqueos y tendremos un sentimiento de incapacidad provocada por ese bloqueo.

Y cuando la autoestima es baja y se une una baja exigencia, aflora la desidia, la dejadez o la irresponsabilidad.

¿Las consecuencias de la autoexigencia son sólo para uno mismo?

Negativo. El entorno también se ve afectado de nuestra autoexigencia.

Normalmente, las personas muy exigentes consigo mismas, lo son también con los demás. Y esta actitud puede provocar conflictos y puede afectar de manera negativa a las relaciones interpersonales.

Este tema de las relaciones es especialmente evidente en los adolescentes. Por tanto, aquí hay un reto para la educación, tanto de padres como de profesores, que deben observar cómo se toman sus hijos y alumnos las cosas que les exigen. Y ayudarles a buscar el punto de equilibrio: aumentar la exigencia si caen en la desidia o no terminan sus tareas y disminuir la presión si les observan agobiados y angustiados con sus exigencias. En definitiva, ayudarles a conocerse cuanto antes mejor.

¿Cómo podemos tener, entonces, una autoexigencia equilibrada, que nos ayude a evolucionar?

He preparado cinco claves para los oyentes:

1.- Ser objetivos.

Es muy importante ser objetivo con uno mismo para conocer dónde están nuestros límites y superarlos para evolucionar, pero paso a paso, poco a poco, sin prisa, pero sin pausa.

Cuanto mejor nos conozcamos a nosotros mismos, más objetivos seremos y mejor podremos equilibrar nuestra autoexigencia.

2.- Establecer objetivos retadores, aunque alcanzables.

Los objetivos y las metas que nos propongamos deben tener un punto de reto para motivarnos a conseguirlos, pero siempre siendo alcanzables para que su consecución nos haga superar barreras y nos motive a proponernos un reto mayor después de haberlo conseguido.

3.- De los errores se aprende.

Los errores no deben ser tomados como frustraciones por no haber conseguido algo, sino como una vía de aprendizaje. Cada vez que cometemos un error aprendemos una forma en la que no debemos hacer algo. Y esto es importante también para nuestro crecimiento y desarrollo como personas y como profesionales.

Asimismo, padres, educadores y jefes deben permitir ciertas equivocaciones en sus hijos, alumnos o colaboradores, puesto que cuando el aprendizaje se vive en carne propia se fija de una manera diferente y más eficaz en nuestro cerebro.

4.- Una persona vale más de lo que tiene o logra.

Es cierto que la aceptación social es una necesidad humana. Sin embargo, las personas que nos quieren no lo hacen por lo que tenemos o por lo que conseguimos, sino por lo que somos, por nuestra esencia, por nuestra personalidad.

5.- Disfrutar en el proceso.

Cuando estamos trabajando para conseguir un reto, si nos centramos en el resultado, estamos perdiendo perspectiva y podemos llegar a obsesionarnos. Ya lo decía un proverbio japonés que me apasiona: ‘Cuando un ojo está fijo en la meta, sólo queda el otro para ver el camino.’

Disfrutar en el proceso, saborearlo, es una buena manera de disminuir nuestra autoexigencia y, además, si disfrutamos haciendo algo, tendremos muchas más posibilidades de obtener un buen resultado. Y si el objetivo es conjunto, mejor divertirse mientras se recorre el camino que estar obsesionados con el resultado.

Como conclusión…

Con la exigencia hay que buscar el camino del justo medio, retarnos sin obsesionarnos.

admin

Mis valores son la flexibilidad, el respeto y la comunicación. Consultora, Formadora y Coach en coaching organizacional, desarrollo de habilidades de dirección y comunicación interpersonal y organizacional. Me entusiasma acompañar en las transformaciones de las personas y las organizaciones a través de la consultoría y la formación.

Escribe tu comentario