El ‘cómo’ hablamos llega a determinar el ‘cómo’ somos.
Numerosos estudios han profundizado sobre el efecto que las palabras que utilizamos tienen sobre nuestro cerebro, llegando a conclusiones muy interesantes. El ‘cómo’ nos hablamos llega a determinar el ‘cómo’ somos. Las palabras que utilizamos determinan nuestra realidad.
Normalmente ponemos poca atención en el lenguaje que utilizamos porque hablamos como estamos acostumbrados a hablar. Sin embargo, las palabras que utilizamos son muy poderosas para nuestro cerebro, sobre todo cuando se trata del diálogo interior que todos tenemos en muchas ocasiones durante el día.
Frases como ‘no puedo’ o ‘no soy capaz’ seguro que son familiares para ti. Bien, pues estas frases pueden impactar de manera negativa en el funcionamiento de tu cerebro.
Hace poco, un familiar muy cercano me comentó que le habían detectado que tenía la tensión alta y el colon irritable. Se había hecho analíticas y había dado unos altísimos niveles de cortisol. El cortisol es la hormona que se segrega en nuestro cuerpo cuando estamos sometidos a períodos continuados de estrés. El cortisol es dañino para nuestras células y niveles elevados de esta hormona en nuestro organismo puede desencadenar enfermedades.
Este familiar es una persona con altas dosis de estrés anticipatorio. Siempre se pone en lo peor y nunca llega a ocurrir, pero lo sufre como si realmente ocurriera. El médico no le puso un tratamiento para paliar su elevada tensión y su colon irritable, sino que le había enviado a visitar al psicólogo.
Muchas veces hablamos de investigaciones y parece que están ahí, en la distancia, que no nos afectan a nuestra vida. Pero cuando esto lo ves en casos muy cercanos, empiezas a plantearte que forma parte del día a día de cada uno.
Las palabras positivas nos hacen más felices.
Las palabras positivas se procesan en zonas diferentes del cerebro que las palabras negativas.
Las palabras negativas nos estrenan y envían órdenes a nuestro cerebro que nos mantienen alerta y ese estado de alerta es el que provoca la segregación de cortisol al organismo. De hecho, se ha comprobado que tan sólo con leer una lista de palabras negativas durante segundos, es suficiente para generar respuestas de ansiedad, empeorar el estado de ánimo o desatar pensamientos negativos recurrentes.
En cambio, las palabras con connotaciones positivas activan zonas de los lóbulos frontales involucradas en la toma de decisiones emocionales y en la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Afirmaciones, ambas, que están corroboradas por un estudio realizado con un grupo de más de 500 personas de entre 35 y 55 años a los que se pidió llevar un diario durante seis meses. Aquellas personas que manifestaron sentirse más felices y menos deprimidos eran aquellos que habían escrito, al menos una vez a la semana, tres cosas que habían hecho bien o tres características positivas.
Nuestro cerebro acepta lo que pienses.
Aunque las palabras no supongan una situación real, sino que simplemente son ideas, a nuestro cerebro le da igual.
Partes de nuestro cerebro como el tálamo o la amígdala, que se activan en situaciones de peligro o de estrés, reaccionan a las palabras negativas como si realmente estuviese ocurriendo lo que estamos pensando.
Al igual que las palabras positivas hacen reaccionar a nuestro cerebro como si realmente estuviese ocurriendo.
En ambos casos, la tendencia en las palabras que utilizamos va a consolidar redes neuronales en nuestro cerebro, que nos ayudarán o nos limitarán en función de las palabras que decidamos utilizar.
Qué hacer para modificar nuestras palabras.
Podemos comenzar el cambio cuando nos paramos a observar qué lenguaje utilizamos y qué lenguaje utilizan las personas que tenemos a nuestro alrededor.
Si percibimos que utilizamos un lenguaje con muchos ‘noes’ o palabras negativas, debemos hacer un esfuerzo por incluir, de manera consciente, más palabras positivas en nuestro vocabulario y comenzarlas a usar de manera consciente e intencionada.
Si te cuesta mucho, también puedes realizar un diario como el del experimento y escribir tres cosas positivas que te hayan ocurrido durante el día o tres características positivas relacionadas contigo.
Convertir estas pequeñas cosas en un hábito te llevará un tiempo, así que tienes que perseverar en ello, pero a la vuelta de 3 ó 4 meses, podrás comprobar los resultados de tu esfuerzo.
Con todo esto no estoy queriendo decir que no vayamos a tener momentos complicados y negativos en nuestra vida. Tan sólo doy ideas que he contrastado que funcionan para poder aumentar nuestro nivel de felicidad en nuestro día a día.