¿Por qué el diálogo nos lleva al conflicto o nos aleja de él?
Toda situación vivida a niveles estratosféricos puede hacernos reflexionar sobre la importancia de dialogar. Y cuando digo dialogar no me estoy refiriendo a hablar sin más, cosa que es, lo que la mayoría de las veces hacemos.
Podemos ver casos de falta de diálogo por todas partes: en la política, en la familia, en el trabajo…
¿Cuál es la diferencia entre dialogar y hablar?
Dialogar, a diferencia de hablar, significa escuchar profundamente. Significa escuchar diferentes perspectivas sobre un mismo tema. Significa escuchar para entender cómo se siente la persona que tenemos delante. Significa buscar la forma de que ambas partes sientan que han ganado.
¿Cuándo se produce el conflicto?
El conflicto se produce cuando el diálogo se rompe. Cuando dejamos de llevar a cabo algunos de los significados anteriores. Cuando dejamos de escuchar, de entender las emociones ajenas o de buscar el beneficio común.
Estos días he podido observar cómo al radicalizarse las posturas se pierde la capacidad para dialogar. Y cuando se pierde la capacidad para dialogar es muy fácil perder también los nervios y meterse en discusiones irracionales que nos llevan al alejamiento a través del despropósito.
Pero no nos llamemos a equívocos. Esto ocurre en nuestro día a día… con nuestra familia; con nuestros compañeros de trabajo/jefes; con nuestros amigos; con los compañeros del pádel y en cualquier momento en que se radicalicen posturas y se pierda el hilo del diálogo.
El otro día comentaba con un amigo que el diálogo es complejo, porque supone abrir tu perspectiva para entender la del otro, incluso aunque no necesariamente estés de acuerdo con él. Y esto lleva tiempo. Porque normalmente nadie está en posesión de la verdad absoluta, lo que implica que todos tienen parte de razón en su forma de entender la situación. Y a partir de aquí hay que ponerse a pensar en cómo solucionar para que nadie quede dañado… y esto cuesta esfuerzo. Y, desgraciadamente, el ser humano tiende, por lo general, a la ley del mínimo esfuerzo.
¿Para conseguir ese ganar-ganar es necesario negociar?
Afirmativo. Una vez que se han escuchado los intereses de cada parte, es necesario buscar un punto de acuerdo.
Cuando tu hijo saca malas notas y se produce un choque de intereses entre la pereza que le da a tu hijo estudiar y tu deseo de que se convierta en una persona de provecho, hay que tirar de la negociación para resolver ese conflicto. Las prohibiciones están bien, pero no funcionan siempre y, sobre todo, no funcionan de forma continuada. Siguiendo el mismo ejemplo, si tu hijo tiene castigos acumulados para los próximos 2 meses, es muy probable que le dé igual todo. Pero si tiene un castigo que se cumple cuando es necesario, acompañado de permisiones que se otorgan también cuando es necesario, probablemente tu hijo se motivará para estudiar más y tener, cada vez, menos castigos.
Por tanto, la negociación es una forma de diálogo. Y la negociación se puede ceñir a no salirse de unas normas preestablecidas. Yo recuerdo las normas de mi casa. Por ejemplo, una de ellas era no llegar nunca después de las 10 de la noche. Si llegaba más tarde, había recompensa en forma de castigo. Es necesario saber dónde están los límites para no salirse descuidadamente de ellos.
Como conclusión…
Para dialogar mejor y alejar el conflicto de nuestras vidas:
- Escuchar con profundidad, no sólo oír.
- Escuchar diferentes perspectivas sobre una misma situación.
- Entender cómo se siente la otra parte, entenderle emocionalmente. Empatía.
- Expresar lo que yo quiero expresar, pensando en el beneficio mutuo. Negociar. Asertividad.
Dicho en estos 4 pasos parece muy sencillo… Llevarlo a la práctica es un poco más complicado, lo sé… pero nadie dijo que las mejores cosas fueran fáciles.
Así que invito a todo el mundo a practicar y a que nos cuenten sus resultados.