¿Cómo se regula una emoción y por qué es importante?
Cada día observo a gente que, ante determinadas circunstancias, se comporta como no le gustaría comportarse y obtiene resultados que le frustran, que le hacen sentir mal.
¿De dónde vienen estas actitudes?
¿Por qué nos comportamos así?
¿Se pueden cambiar esos resultados inadecuados?
Hace unas décadas, cada persona era como era y ni uno mismo, ni los demás se cuestionaban si una personalidad se podría cambiar. Hoy por hoy, la neurociencia nos ha descubierto la maravillosa capacidad que tiene el cerebro para poder modificar nuestra forma de comportarnos y, de esta manera, obtener resultados más beneficiosos para nosotros ante determinadas circunstancias.
¿Qué es la regulación emocional y para qué sirve?
La regulación emocional es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Supone tomar consciencia de la relación entre emoción, cognición y comportamiento.
La regulación de las emociones está en la base de una adaptación exitosa de las personas, tanto en situaciones personales, como de interacción social.
En lo que respecta a situaciones personales, pongo un ejemplo. También escucho en numerosas circunstancias lo que le cuesta a las personas no tener pareja. Este hecho potencia aplicaciones de búsqueda de pareja terriblemente exitosas. Siempre he pensado que para tener una buena relación de pareja, primero te tienes que llevar muy bien contigo mismo. Y lo que hacemos normalmente es llenar nuestra vida de actividad y de relaciones sociales para no tener que pasar tiempo con nosotros mismos. Y esto es un error.
Porque cuando uno aprende a llevarse bien consigo mismo, no sólo mejoran las relaciones de pareja, sino que mejoran todas las relaciones personales. Esto es debido a que nos conocemos mejor a nosotros mismos y, desde es conocimiento personal, somos más capaces de conocer a los demás y demandar menos de ellos. Por lo que si no ponemos expectativas en los demás, nuestras relaciones sociales serán mucho más positivas.
¿Cómo se regula una emoción?
Por un lado está la regulación cognitiva, que no es otra cosa que tratar de afianzar y optimizar valoraciones positivas sobre situaciones en la que las emociones se producen dentro de uno mismo o en relación con los demás, permitiéndonos cambiar, si es necesario, valoraciones negativas por otras más realistas y positivas.
Por otro lado está la regulación a través de la supresión de la emoción. Esto sucede cuando, por ejemplo, nos sentimos tristes e intentamos poner una sonrisa ante una situación determinada en la que no viene a cuento nuestra tristeza.
¿Cuándo se debe empezar a practicar la regulación emocional?
Desde la infancia. Nos encontramos en una etapa social en la que:
- 1 de cada 5 niños tiene problemas de salud mental.
- El TDAH (Transtorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) ha aumentado un 43%,
- La depresión en adolescentes ha subido un 37%.
- La tasa de suicidios ha crecido un 200% en niños de 10 a 14 años.
Los datos son irrefutables. Algo está cambiando en la sociedad y los adultos tenemos la obligación de solucionarlo y dejarles un mundo mejor a las siguientes generaciones.
La terapeuta estadounidense Victoria Prooday ha escrito un artículo que se ha vuelto viral y ha sido leído en dos meses por más de 10 millones de personas. Con este artículo, titulado ‘La silenciosa tragedia que afecta a nuestros hijos hoy en día’, da un tirón de orejas a los padres de medio mundo por la manera en la que están educando a sus hijos.
Según la terapeuta, los chavales de hoy en día están desprovistos de elementos esenciales para llevar una infancia sana:
- Deberían tener padres emocionalmente disponibles y, en su lugar, tienen padres digitalmente distraídos.
- Deberían poner límites claramente definidos y, en su lugar, son progenitores indulgentes y permisivos que dejan que sus hijos ‘gobiernen el mundo’.
- Deberían otorgar responsabilidades a los hijos y, en su lugar, permiten que los niños piensen que tienen derecho a todo y ninguna responsabilidad.
- Deberían aportar a sus hijos una nutrición equilibrada un un sueño a adecuado y, en su lugar, los niños tienen lo contrario, un sueño inadecuado y una nutrición desequilibrada.
- Debería fomentar el ejercicio al aire libre de los pequeños y, en su lugar, los niños tienen un estilo de vida sedentario dentro de casa.
- Deberían potenciar en sus hijos los juegos creativos, las interacciones sociales y oportunidades de juego no programadas que incluyan, incluso, momentos para aburrirse y, en su lugar tienen una estimulación sinfín, niñeras tecnológicas, gratificaciones interesantes (sin habérselas trabajado) y ausencia de momentos para aburrirse.
Los padres de adolescentes se quejan pero… ¿se han planteado cómo se ha llegado a esa situación?
El cerebro del niño es especialmente sensible durante los primeros años de su vida. En los tres primeros años, el cerebro del niño forma mil conexiones neuronales nuevas por segundo. Si el niño no recibe la nutrición, la salud, la protección y el cuidado adecuados en esta etapa, aquí empiezan ya los problemas del futuro aunque no nos lo podamos imaginar.
Conclusiones…
Como dice el refrán castellano… ‘de aquellas mimbres, estos cestos’. Si enseñamos a nuestros pequeños sobre la responsabilidad, la gestión de la frustración y la regulación emocional, mañana tendremos grandes adultos en nuestras sociedades y habremos disfrutado viéndolos crecer.